(CATOLIN).- En un momento en que la Iglesia Católica se asoma a un futuro incierto, marcado por tensiones internas y desafíos globales, el nombre del cardenal húngaro Péter Erdö resuena con fuerza entre los posibles sucesores de San Pedro. Creado cardenal por san Juan Pablo II en 2003, fue en su momento el purpurado más joven del Colegio Cardenalicio. Hoy, a sus casi 73 años, muchos lo consideran un candidato sólido por su claridad doctrinal, su formación intelectual y su experiencia en el gobierno de la Iglesia.

Infancia bajo el comunismo y vocación nacida en la fidelidad

Nacido en 1952 en Budapest, fue el primogénito de una familia numerosa y profundamente católica. Desde pequeño conoció el peso del comunismo: su casa fue incendiada durante la revolución húngara, y su padre sufrió persecución profesional por su fe. Aquellos años marcaron profundamente su vocación. Como monaguillo, empezó a intuir la centralidad de la salvación en Cristo como camino para todos los hombres.

Teólogo, canonista y rector universitario

Se formó en los seminarios de Esztergom y Budapest, y alcanzó el doctorado en Teología y Derecho Canónico en la Pontificia Universidad Lateranense. Ordenado sacerdote en la diócesis primada de Esztergom, fue profesor y luego rector de la Universidad Católica Pázmány Péter. Su carrera académica le valió un reconocimiento amplio en el ámbito canónico, con más de 20 libros y 200 artículos publicados.

Arzobispo de la “Roma húngara”

En 2002 fue nombrado Arzobispo de Esztergom-Budapest y primado de Hungría. Desde allí ha mostrado un liderazgo firme pero discreto, caracterizado por una defensa coherente de la doctrina católica y un profundo conocimiento de la realidad europea. Fue presidente del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa y ha tenido contacto constante con las diversas sensibilidades del continente.

Protagonista en el Sínodo de la Familia

En 2014, el papa Francisco lo designó relator general del Sínodo de la Familia. En ese contexto, Péter Erdö se mantuvo firme ante intentos de flexibilizar la doctrina. Afirmó que no se pueden confundir “deseos egoístas con derechos auténticos”, y rechazó públicamente la comunión para divorciados vueltos a casar si no hay compromiso de continencia. Su postura fue decisiva para frenar algunos de los cambios más radicales que se proponían en aquellos debates.

Defensor de la moral católica y de la tradición litúrgica

El cardenal húngaro se opone abiertamente al aborto, al uso de anticonceptivos y a la equiparación de las uniones homosexuales con el matrimonio. Tras la publicación de Fiducia supplicans, fue de los primeros en recordar que esa declaración “no cambia la doctrina perenne sobre el matrimonio y la moral sexual”.

En lo litúrgico, valora la reforma postconciliar, pero ha sido respetuoso con quienes se sienten ligados a la liturgia tradicional, permitiendo su celebración en su diócesis.

Un puente entre oriente y occidente

Hungría es una tierra de frontera: occidental pero con minorías orientales. Erdö ha mostrado sensibilidad hacia las tradiciones de los católicos orientales y ha defendido el celibato sacerdotal latino como una riqueza espiritual. Su conocimiento de ambos “pulmones” de la Iglesia —como decía san Juan Pablo II— lo convierte en un perfil interesante para el diálogo ecuménico y la unidad de los cristianos.

Admirador del cardenal Mindszenty

Péter Erdö ha promovido la causa de beatificación del cardenal József Mindszenty, el mártir del comunismo húngaro. Ha trabajado por su rehabilitación histórica y ha mostrado con ello su visión del episcopado como fidelidad hasta el extremo, incluso frente a presiones externas o incomprensiones internas.

Perfil de un papa de gobierno y estabilidad

Frente al estilo pastoral y espontáneo del papa Francisco, Erdö ofrece un perfil más institucional y normativo. Su respeto por el derecho canónico, su capacidad de gobierno, su conocimiento de idiomas —incluido el español— y su experiencia en la Iglesia europea le otorgan una imagen de solidez y equilibrio. Según el periodista Rod Dreher, el cardenal Pell dijo antes de morir que sería “un excelente papa” ante la actual situación de confusión en el Vaticano.

Recemos por él, y por la Iglesia, en estos tiempos de discernimiento.