Cardenal Hollerich: “digamos que yo estoy caminando por la izquierda”
– La entrevista fue dada para Vatican.news
Cardenal Hollerich. Foto por: Infovaticana
Por: Ale Villegas
(CATOLIN).– El Cardenal Jean-Claude Hollerich, Arzobispo de Luxemburgo y relator general del Sínodo de la sinodalidad, tras la reciente decisión de permitir a los laicos tener voz y voto en la próxima Asamblea sinodal ha dado una entrevista a Vatican News.
La entrevista dada a Vatican News fue realizada por Andrea Tornielli, jefe de la línea editorial de los medios oficiales de la Santa Sede.
Esta es la entrevista completa publicada por Vatican News:
La Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos de octubre de 2023 incluirá un número significativo de miembros con derecho a voto que no son obispos: sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos y laicas, con un 50% de mujeres y una atención especial a la participación de los jóvenes. ¿Qué significado tiene esta decisión?
No es una novedad realmente, porque en el pasado ya hubo miembros con derecho a voto que no eran obispos. No había mujeres votantes, pero sí miembros no obispos. Puede decirse, por tanto, que ese pequeño grupo se hace ahora más amplio. El Sínodo sigue siendo de los obispos, porque el obispo es siempre el pastor de su Iglesia, no se puede ver la función separada de su pueblo, de su gente. Soy el arzobispo de Luxemburgo, cuando estoy en Roma echo de menos a mi Iglesia: pienso en la gente que veo en la primera fila, en la segunda fila, en la tercera fila en la Catedral, pienso en los que encuentro cotidianamente… y los echo de menos. Una pequeña parte de estas personas estará presente en el Sínodo para estar junto a sus pastores. Tendrán una misión especial, ya han tenido una gran experiencia de sinodalidad en las diócesis, luego a nivel de conferencias episcopales y finalmente a nivel continental. No todos los obispos que participarán han tenido esta experiencia. Así pues, la tarea de estos nuevos miembros es ser testigos de lo que han vivido para poder comunicarlo.
No obstante, ¿el Sínodo sigue siendo “de los obispos”?
¡Sí, lo sigue siendo porque los obispos son la mayoría! Corresponde a los obispos llevar a cabo un discernimiento, que se ha hecho a distintos niveles y que, en última instancia, llega al Santo Padre. Ahora está la etapa de los obispos, pero hay una materia de discernimiento y esta materia ha sido ofrecida por el Pueblo de Dios. Los nuevos miembros del Sínodo representan, por así decirlo, la porción “no episcopal” del Pueblo de Dios.
¿Puede decirse que es un sínodo de obispos acompañado de una representación del Pueblo de Dios?
¡Pero los obispos también pertenecen al Pueblo de Dios! Al menos yo quisiera pertenecer… ¡de lo contrario me sentiría mal!
“Sínodo sobre la sinodalidad” es un título bastante técnico, que suena lejano a la vida de las personas. Sin embargo, para quienes han vivido esta experiencia, es exactamente lo contrario. ¿Puede decirnos cuál es el objeto de este Sínodo?
Este: cómo nosotros, juntos, podemos ser una Iglesia misionera, hoy y mañana. Cómo podemos ser una Iglesia sinodal y misionera. Creo que es importante subrayarlo: no se trata de un análisis o de una meditación, ¡no! Estamos allí para vivir la Iglesia como Dios quiere para nuestro tiempo, para anunciar el Evangelio al mundo, a nuestros contemporáneos. Y esto es bello. La Iglesia siempre ha sido sinodal. San Juan Crisóstomo dice que Sínodo e Iglesia son sinónimos… El camino que estamos recorriendo, la implicación de todo el Pueblo de Dios, muestra que el Espíritu Santo nos conduce de tal manera que pongamos en práctica lo que afirmó el Concilio Vaticano II y, en particular, la Constitución “Lumen Gentium”.
Entonces, ¿en el centro de la próxima Asamblea General está esta forma de ser Iglesia, y no temas puntuales?
Sí, y creo que esta es también una respuesta a la enfermedad de nuestro tiempo. Porque lo que caracteriza nuestro tiempo postmoderno o digital, como queramos llamarlo, es un individualismo cada día más pronunciado. Y vemos que con este individualismo la humanidad no puede subsistir: necesitamos elementos comunitarios para sobrevivir. Luego está el fenómeno de la polarización creciente, en la sociedad y en los medios de comunicación, incluso en los que se refieren al catolicismo. El Pueblo de Dios que camina junto es una respuesta a estas tendencias. Atención: no es que hayamos «inventado» la sinodalidad para responder a estas tendencias, sino que es el Espíritu Santo quien en este período ha suscitado de nuevo el deseo de sinodalidad que ya experimentaron las primeras comunidades cristianas. Y es una manera de responder a los desafíos que se nos presentan, porque de lo contrario la humanidad está en peligro.
El Papa subraya a menudo la importancia de escuchar en una época en la que todos hablan y todos polemizan, pero pocos escuchan…
Como obispo, veo que cuando escucho a veces cambio de opinión, y eso me hace bien. La mía no es una diócesis grande, mi país tiene 660.000 habitantes, pero el obispo tiene un entorno de personas que han hecho más o menos los mismos estudios, a veces en los mismos lugares, con los mismos profesores, piensan de la misma manera. Hay evidencias que no son evidentes para todos en el Pueblo de Dios. En ese sentido es bueno tener esta apertura, saber escuchar. Y también es bueno que la gente vaya a escuchar a los obispos, porque los obispos no sólo tienen el papel de escuchar, sino también el de ofrecer respuestas y ser pastores del pueblo. Nosotros no tenemos un parlamentarismo sinodal, donde la mayoría decide y todos siguen, el Sínodo no es un parlamento. Queremos discernir la voluntad de Dios, dejar que sea el Espíritu Santo quien nos guíe.
¿Cómo se desarrolla este proceso?
Es un proceso espiritual y por eso tenemos esta conversación espiritual, o más bien esta conversación en el Espíritu: es una manera de escuchar y de entrar en diálogo, no con una actitud de oposición, para llegar a una conclusión común. Está claro que en este proceso siempre hay necesidad de conversión: a veces es el obispo el que debe convertirse, a veces son los laicos también los que deben convertirse.
Ocurre que incluso en la Iglesia uno se confronta con una mentalidad política, que se quiera «contar» para conseguir ciertos resultados. ¿Qué es lo que realmente marca la diferencia?
Un cierto parlamentarismo eclesiástico pertenece más a la sinodalidad de nuestros hermanos protestantes. Nosotros debemos practicar una sinodalidad católica, que es diferente. Tenemos ministerios ordenados, la colegialidad de los obispos, la responsabilidad por la Iglesia, el primado de Pedro. Todo esto no se erradicará con la sinodalidad. Más bien, la sinodalidad es el horizonte en el que se ejercen la colegialidad de los obispos y el primado del Papa, para buscar juntos la voluntad de Dios. Entonces no se trata de decir: existe este problema, existen estas dos posiciones, gana quien tiene la mayoría y se hace así. Porque esto destruye la Iglesia, nosotros no queremos eso. Como comunidad eclesial debemos caminar juntos.
¿Qué significa concretamente “caminar juntos”?
Cuando caminamos, Cristo es el centro. Hay gente a la derecha, a la izquierda, hay quien camina más adelante, hay quien tarda más y se está atrás: es normal cuando caminamos juntos. Debemos aprender que ciertas tensiones en la Iglesia son normales, significa que la Iglesia está cerca de la gente, porque no todos piensan de la misma manera en todos los continentes, sobre todos los problemas. Por eso es importante escuchar con mucho respeto también las diferentes culturas, buscando la voluntad de Dios, para decidir juntos el modo de avanzar. Puesto que hay varias personas que me “sitúan” a la izquierda, digamos que yo estoy caminando por la izquierda. Si tomo a Cristo como centro y le miro desde la izquierda, no sólo le veo a Él, veo a Cristo con la gente que va a la derecha. No puedo ver a Cristo sin verlos también a ellos: significa que los que caminan por la derecha también forman parte de mi comunidad. Significa que tenemos que caminar juntos. Espero que la misma experiencia les ocurra a los que van a la derecha, a quienes van adelante, a quienes van atrás… Si Cristo es realmente el centro y el Espíritu Santo es el instrumento y la garantía de que el Señor muerto y resucitado está en el centro, todos nosotros somos discípulos misioneros.
A veces parece, sin embargo, que se ocupa o se preocupa mucho de otra cosa, de las estructuras y de las estrategias.
La Iglesia no puede estar siempre ocupada hablando de sus estructuras, de su organización. ¿No le parecería extraño un club de fútbol en el que sólo se habla de las reglas sin jugar nunca un partido? No habrá mucha gente que se afilie a ese club y apoye al equipo. Lo mismo ocurre con la Iglesia: nuestra fe se vive sirviendo, en la Iglesia y fuera de la Iglesia. Se vive en el servicio a Dios y en el servicio a la gente.
¿Cuál ha sido la experiencia y también la novedad de la etapa continental del Sínodo?
Ha sido muy hermosa, hemos visto lo que proponían las distintas conferencias episcopales a nivel de los distintos continentes. También vimos las diferencias: por ejemplo, en la mayoría de las etapas continentales a todos les encantó la imagen de la ‘tienda’. En África, sin embargo, no, porque para ellos la tienda es la tienda de los refugiados, es la tienda de la miseria, de la pobreza, y prefieren la imagen de la familia de Dios. Explican que la tienda no puede ampliarse, se desgarra, mientras que la familia sí puede ampliarse. En ese momento me di cuenta de que no podemos presentar una sola imagen, sino varias imágenes que hablen a las diferentes culturas religiosas de nuestros pueblos. Y estoy seguro de que los que aman la imagen de la tienda pueden aprender algo de la imagen de la familia de Dios, y viceversa. Fue importante asistir a las conferencias continentales, lo hice no para hablar, no para influir, sino para escuchar, para darme cuenta de la diversidad que se vive. Deberemos hacerlo así en el Sínodo de los Obispos.
De los ocho documentos finales, aquellos de los continentes, pero también del sínodo digital, ¿qué emerge? ¿Los temas individuales o la vía sinodal en el ser Iglesia?
El «sínodo digital» fue una experiencia bellísima… De todos los documentos emerge la experiencia que se vivió, la alegría de la gente. En Europa, en Asia, han pedido poder repetir las asambleas. Yo temía por Europa, porque sabemos que hay grandes diferencias. Pero aquí también la gente quiere seguir y debemos seguir adelante con nuestras diferencias y caminar juntos. Tenemos que ver lo que es importante para la comunión, para la participación, para la misión, y presentarlo al Sínodo de los Obispos de octubre.
¿Cómo han trabajado para poner de relieve las aportaciones de los distintos continentes?
En grupo, de manera sinodal. No es la actividad de una sola persona. Hubo varios grupos que trabajaron sobre diversos temas: primado, ministerios ordenados, ministerios bautismales, colegialidad de los obispos. Nos preguntamos qué decían las asambleas continentales al respecto y lo pusimos junto, mirando lo que dice el Magisterio de la Iglesia, los Papas, el Concilio Vaticano II, para incorporar todo lo que ha surgido en el camino común.
¿Qué debemos esperarnos del Instrumentum laboris?
Será un texto breve. Nos ayudará en el compartir, en la participación, para que los miembros del Sínodo puedan expresarse. Es más, espero que los miembros también sean libres de decir: tirémoslo, hagamos otra cosa, también porque tenemos delante un Sínodo de dos años y no hay prisa. No debemos llegar a un compromiso artificial. Tenemos tiempo para comprender verdaderamente la llamada que Dios hace a su Iglesia en el mundo de hoy.
Concretamente, ¿qué ocurrirá de aquí a septiembre?
Se enviará el texto y se presentará a los participantes. Pienso que tendremos aún mucho trabajo por hacer, porque hay muchos elementos nuevos que ver punto por punto. Y no está dicho que nuestras decisiones -las del relator, el secretario general, el secretario especial- tengan que seguirse, porque todo se someterá al Consejo del Sínodo y al Papa. No hay sinodalidad sin los obispos, ni contra los obispos, y no hay sinodalidad sin Pedro o contra Pedro. Todo se le propone al Santo Padre para su OK, para su bendición, de lo contrario no podemos continuar. Somos católicos y queremos seguir siéndolo.
Usted ha participado en las asambleas en los distintos continentes. ¿Ha encontrado también respuestas “tibias” o alguna resistencia?
He notado dos tentaciones. La primera es la de asimilar todo en los viejos esquemas. Es la tentación que por comodidad yo llamo “de derecha”, que dice: nosotros queremos hacer lo que siempre hemos hecho, no queremos preocuparnos verdaderamente de algo nuevo. Pero también existe la tentación “de izquierda”, según la cual todos los temas considerados importantes en la Iglesia deben discutirse en el Sínodo. Pero esto no es posible. El Sínodo tiene un título y este título es una tarea para nosotros: sinodalidad, comunión, participación, misión. El Sínodo se centrará en esto, no en todos los demás temas. No discuto la importancia de los otros temas, que llevaremos al Santo Padre, para que reflexione sobre ellos como él elijirá. Pero el Sínodo será sobre la sinodalidad.
¿Cómo puede el Sínodo interrogar a una persona que no estará directamente implicada y que no ha tenido la oportunidad de estarlo en la fase preparatoria en las diócesis?
En primer lugar, le pediría que rezara, porque para hacer la voluntad de Dios es necesario rezar mucho. Debemos contar con el apoyo de la oración de toda la Iglesia. Y después le pediría que trate de vivir el Sínodo en su propio corazón, en su comunidad -laboral o eclesial-, porque así su oración no se quedará abstracta. Sueño con una gran participación en la oración por el Sínodo. El cardenal Mario Grech dijo algo que me pareció bellísimo: tratemos de tener el estilo de Jesús. Cuando se ve la Iglesia, hay que reconocer a Jesús. Esto es muy importante, de lo contrario, ¿cómo podremos evangelizar si la gente no reconoce a Jesús en nosotros? Y para eso necesitamos la conversión. La sinodalidad no es posible sin la conversión, y esta conversión es necesaria para todos, a la derecha, a la izquierda e incluso en el centro.
Ale Villegas es jefa de redacción en CATOLIN, Licenciada en Derecho por la Universidad Veracruzana (UV) y en Geografía por la Universidad Veracruzana.