(CATOLIN).– El obispo de Orihuela-Alicante, Mons. José Ignacio Munilla, ha intervenido en la controversia diplomática entre México y España, derivada de la ausencia de invitación al rey Felipe VI para la toma de posesión de Claudia Sheinbaum como presidenta de México. La decisión de excluir al monarca español ha reavivado un largo debate sobre las demandas del presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador, quien solicitó una disculpa oficial de España por la conquista y evangelización de México, algo que el rey ha rechazado.

Mons. Munilla ha sido crítico respecto a la posición del gobierno mexicano, señalando que «quienes deberían pedir perdón a los mexicanos son sus gobernantes actuales», refiriéndose a los descendientes de los criollos que se independizaron de España y adoptaron posturas masónicas.

El origen de la controversia: la demanda de disculpas de AMLO

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha insistido repetidamente en que España, a través de su monarca, debería disculparse por los agravios cometidos durante la conquista de México en el siglo XVI. AMLO considera que la colonización española representó una opresión sobre las culturas indígenas, que deben ser reconocidas y reivindicadas. Esta solicitud se enmarca en una serie de actos simbólicos promovidos por su administración, enfocados en el reconocimiento de los derechos de los pueblos originarios.

Sin embargo, Felipe VI ha declinado ofrecer una disculpa oficial, lo que ha tensado las relaciones entre ambos países. La reciente exclusión del rey español de la toma de posesión de Claudia Sheinbaum ha sido vista como una continuación de esta disputa.

El análisis histórico de Mons. Munilla

Para Mons. Munilla, este conflicto es un ejemplo de la manipulación de la historia con fines políticos. Según el prelado, los gobernantes actuales de México, en particular los descendientes de los criollos que lideraron la independencia del país, son los verdaderos responsables de los problemas históricos que enfrenta México. Munilla sostiene que, a diferencia de los criollos, los misioneros españoles respetaron las culturas indígenas y su diversidad. Es después de la independencia, argumenta, cuando se impuso la lengua española de manera generalizada y se entregó gran parte del territorio mexicano.

El obispo hace referencia al Tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848, en el que México perdió más de la mitad de su territorio a manos de los Estados Unidos. Para Munilla, es este tipo de eventos lo que verdaderamente debería ser motivo de reflexión y disculpa por parte de los gobernantes mexicanos, quienes, tras la independencia, no han gestionado de manera adecuada los intereses del país.

Una crítica a la actualidad mexicana

Mons. Munilla también critica la manera en que el gobierno mexicano, según él, utiliza el pasado para desviar la atención de los graves problemas actuales que enfrenta la nación, como la violencia creciente, la crisis económica y la emigración juvenil. En un país donde los índices de criminalidad siguen al alza y miles de jóvenes buscan emigrar a los Estados Unidos en busca de mejores oportunidades, Munilla lamenta que el gobierno insista en reabrir heridas del pasado en lugar de centrarse en soluciones para el presente.

En este contexto, el prelado español encomendó al pueblo mexicano a sus mártires religiosos, haciendo referencia a figuras como los mártires cristeros, quienes, durante la persecución religiosa de los años 1920 en México, defendieron su fe en un momento de represión por parte del gobierno.

El legado de los misioneros españoles

Una de las tesis centrales del discurso de Munilla es la diferenciación entre la conquista militar y la labor evangelizadora de los misioneros españoles. Según el obispo, mientras que la conquista militar puede haber sido violenta, la llegada de los misioneros supuso un proceso de integración y respeto hacia las culturas indígenas. Para Munilla, los religiosos españoles ofrecieron no solo el mensaje del Evangelio, sino también avances en áreas como la educación y la salud.

Además, subraya que la evangelización fue clave para preservar muchas de las lenguas y tradiciones indígenas que, sin la influencia de los misioneros, podrían haberse perdido. En este sentido, Munilla se alinea con la idea de que la evangelización no fue un acto de opresión, sino un proceso de integración y respeto mutuo.