(CATOLIN).- Durante una reciente celebración en la Parroquia Nossa Senhora Consolata, en Cafelândia, el arzobispo de Cascavel, Mons. José Mário Scalon Angonese, generó controversia al afirmar que dar la Comunión en la boca es “una cosa medieval” y que los adultos deberían recibirla en las manos, argumentando que así lo enseñó el Concilio Vaticano II. Esta declaración ha provocado indignación entre los fieles y ha generado una ola de críticas en redes sociales.

La afirmación del arzobispo causó desconcierto, especialmente entre los jóvenes que estaban siendo confirmados en la celebración. Diversas fuentes han señalado que las declaraciones del prelado son incorrectas, ya que el Concilio Vaticano II no impuso la Comunión en la mano como única opción para los adultos. De acuerdo con el Orden General del Misal Romano, los fieles pueden recibir la Comunión en la mano o en la boca, según su preferencia y siguiendo las disposiciones locales.

Al estallar la controversia, la Arquidiócesis emitió un comunicado en redes sociales, respaldando al arzobispo y acusando a los fieles de “extrapolar” sus palabras. Sin embargo, el video de la celebración fue retirado de la página de Facebook de la parroquia, lo que ha intensificado las críticas y alimentado dudas sobre la transparencia de la Arquidiócesis.

La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ha reiterado en otras ocasiones que los fieles tienen derecho a recibir la Sagrada Comunión en la boca, recordando que negar este derecho es una “grave violación” de los derechos fundamentales de los cristianos. El cardenal Jorge Medina Estévez, en una carta a un obispo estadounidense, enfatizó que este derecho está protegido por el Código de Derecho Canónico y que los pastores deben respetar las preferencias de los fieles.

La controversia en torno a la decisión de Mons. Angonese ha suscitado fuertes reacciones de fieles y líderes eclesiales, quienes consideran estas declaraciones como un menosprecio hacia una práctica respetada en la tradición católica. El arzobispo enfrenta ahora el desafío de aclarar sus palabras y de restaurar la confianza de los fieles que se sienten ofendidos.