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León XIV retoma histórica tradición: impondrá el palio personalmente en la fiesta de San Pedro y San Pablo

-El Papa impondrá el palio a los nuevos arzobispos metropolitanos el 29 de junio en la Basílica de San Pedro, retomando una tradición suspendida por su predecesor en 2015.

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Papa León XIV

(CATOLIN). – El Papa León XIV restablecerá la entrega personal del palio a los nuevos arzobispos metropolitanos el próximo 29 de junio, durante la Solemnidad de San Pedro y San Pablo.

La Misa será celebrada por el Santo Padre a las 9:30 a.m. en la Basílica de San Pedro, y en ella se vivirá uno de los momentos más cargados de simbolismo: el Papa colocará él mismo el palio sobre los hombros de cada nuevo metropolitano, signo de su comunión con Roma y de su responsabilidad pastoral sobre las diócesis que le han sido confiadas.

Esta antigua tradición, que se había dejado de practicar desde 2015 por decisión del Papa Francisco —quien optó por que fueran los nuncios quienes entregaran el palio en las Iglesias locales—, vuelve al corazón litúrgico de la Iglesia, fortaleciendo la expresión visible de la unidad entre los sucesores de los Apóstoles.

¿Qué es el palio y por qué es tan importante?

El palio es una especie de estola circular tejida con lana blanca de corderos bendecidos en la fiesta de Santa Inés, decorada con seis cruces negras y dos tiras colgantes. Representa al Buen Pastor que carga sobre sus hombros a la oveja perdida (cf. Lc 15,5), y también el yugo suave y la carga ligera del Evangelio (cf. Mt 11,30).

Más que un ornamento, el palio expresa la misión de guiar, unir y custodiar al Pueblo de Dios, como hizo Cristo con sus ovejas, y como hacen los pastores auténticos en comunión con el Sucesor de Pedro.

Una historia que viene de lejos

Aunque su uso se documenta desde el siglo VI, se cree que el palio podría remontarse incluso al siglo IV o V. Un momento clave en su historia fue en el año 601, cuando San Gregorio Magno lo envió como insignia a San Agustín de Canterbury, el gran evangelizador de Inglaterra. Con ese gesto, le confería autoridad en nombre del Papa.

Durante siglos, ningún arzobispo metropolitano podía ejercer plenamente su cargo sin haber recibido el palio, lo cual subrayaba no solo la comunión con Roma, sino también la dimensión jurídica y espiritual de su misión.

A partir del siglo XII, se consolidó la costumbre de que los nuevos arzobispos viajaran a Roma a recibirlo del Papa el 29 de junio, día en que la Iglesia celebra a Pedro y Pablo como columnas de la fe y pilares de la Iglesia universal.

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