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Hoy Celebramos a Santa Teresita: La Pequeña Flor que Enseñó el Abandono a Dios

– Desde una edad temprana, Teresa Martín enfrentó grandes desafíos, que marcaron su vida interior y espiritual. Su enfoque en la infancia espiritual no solo fue una respuesta personal a las dificultades, sino una enseñanza que la Iglesia ha recomendado a todos los cristianos.

Santa Teresita de

Santa Teresita

(CATOLIN).– Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, conocida como Santa Teresita de Lisieux, es una de las figuras más influyentes en la espiritualidad católica, especialmente por su doctrina del abandono a Dios y su «caminito» de la infancia espiritual. Desde una edad temprana, Teresa Martín enfrentó grandes desafíos, que marcaron su vida interior y espiritual. Su enfoque en la infancia espiritual no solo fue una respuesta personal a las dificultades, sino una enseñanza que la Iglesia ha recomendado a todos los cristianos.

El Infantilismo y la Infancia Espiritual

Teresa perdió a su madre a la edad de cuatro años, lo que causó una profunda herida en su corazón. Este evento marcó el inicio de un periodo de sensibilidad extrema y sufrimiento emocional, exacerbado por una enfermedad a los diez años y una crisis espiritual a los trece. A pesar de estas dificultades, Teresa fue consciente del «infantilismo» que caracterizó su infancia. Este término, que hace referencia a una regresión emocional que impide el crecimiento afectivo, estuvo presente en los primeros años de vida de la santa.

En su autobiografía, Teresa describe cómo la Navidad de 1886 marcó un cambio radical en su vida espiritual. A los 13 años, en una noche que ella describe como iluminada por la gracia de Dios, Teresa experimentó lo que llamaría su «conversión completa». En sus propias palabras: «Jesús, el dulce Niñito, en una hora cambió la noche de mi alma en torrentes de luz». Este evento transformó su vida interior y fue el punto de partida para su doctrina de la infancia espiritual, una confianza plena en Dios y un deseo de vivir con sencillez y amor.

La Evolución del Abandono en la Vida de Teresa

Aunque la gracia de la Navidad de 1886 marcó el inicio de su «carrera de gigante», como ella misma la denominaba, Teresa continuó luchando con el concepto del abandono. A pesar de sus avances espirituales, enfrentó desafíos en su vida cotidiana y vocacional. En 1887, a los 14 años, Teresa viajó a Roma para pedir permiso al Papa para entrar en el Carmelo a los 15 años. Aunque no logró su objetivo inmediato, este viaje profundizó su confianza en la Providencia divina.

Durante este periodo, Teresa empezó a practicar una forma de abandono a Dios más madura. Reconocía que, aunque había hecho todo lo posible para alcanzar su objetivo, debía confiar en que Dios actuaría en su tiempo. Este abandono no estaba exento de tristeza, pero Teresa comprendió que, a menudo, el abandono activo a Dios debe ser precedido por la experiencia del abandono pasivo, en el que uno se siente dejado de lado por los demás, y a veces incluso por Dios mismo.

Progreso en el Abandono

A partir de 1889, el abandono de Teresa a la voluntad de Dios comenzó a evolucionar de manera más consciente. En una carta escrita el 26 de abril de ese año, Teresa expresó su confianza en que, aunque cayera continuamente en el camino espiritual, Jesús la levantaría. Este texto muestra cómo Teresa comenzaba a integrar varios temas que luego definirían su espiritualidad: la aceptación de su debilidad y la confianza en que Jesús la sostendría.

El concepto de abandono alcanzó su punto culminante en las cartas y escritos posteriores de Teresa. En una carta de julio de 1893, expresó por primera vez de manera clara su creencia en el abandono total a Dios: “Jesús me enseña a hacer todo por amor; a no negarle nada; a estar contenta cuando me da una ocasión de probarle que lo amo, pero esto se hace en la paz, en el abandono, es Jesús quien hace todo, y yo no hago nada”. Esta actitud de total confianza en la acción de Dios es lo que caracteriza la espiritualidad de Teresa.

La Cámara Fotográfica y el Legado de Teresa

Las célebres fotografías de Teresa, tomadas con una cámara de la época, ofrecen un testimonio visual de la serenidad y paz que caracterizaron sus últimos años de vida. Estas imágenes, que capturan a la joven carmelita en su convento, reflejan no solo su abandono a Dios, sino también la profundidad de su espiritualidad. A través de estas fotografías, el mundo ha podido conocer el rostro de una de las santas más queridas de la Iglesia.

Conclusión: El Abandono como Camino hacia el Corazón de Jesús

La vida de Santa Teresa de Lisieux ofrece una profunda lección sobre el abandono y la confianza en Dios. A través de su «caminito», Teresa enseñó que el abandono no es una actitud pasiva, sino una forma activa de vivir en la confianza plena en Dios, aceptando con humildad las propias debilidades y entregándose completamente a su amor. Este abandono, que para Teresa comenzó en la infancia y evolucionó a lo largo de su vida, converge con la devoción al Corazón de Jesús, a quien Teresa consideraba su modelo perfecto de amor oblativo.

La doctrina del abandono de Santa Teresa sigue siendo una fuente de inspiración para millones de cristianos, quienes encuentran en su vida y enseñanzas un camino de sencillez, humildad y amor. Su vida es un testimonio de que, aunque enfrentemos caídas y sufrimientos, el amor de Dios siempre nos levantará y nos guiará hacia Él.



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