(CATOLIN).- El Papa Francisco conmemoró el Día de Todos los Fieles Difuntos en una misa solemne celebrada en el Cementerio Laurentino de Roma, uno de los más grandes de la ciudad, donde visitó el «Jardín de los Ángeles,» un espacio dedicado a los niños no nacidos y a aquellos fallecidos durante el embarazo. El sitio, creado en 2012, ofrece consuelo a las familias en duelo por sus hijos, incluidos aquellos que fueron perdidos por aborto espontáneo.

Al llegar al cementerio, el Papa fue recibido por más de 100 fieles y por el alcalde de Roma, Roberto Gualtieri. Francisco depositó rosas blancas en una lápida conmemorativa y dedicó unos instantes a la oración silenciosa en memoria de los pequeños fallecidos.

El Papa Francisco fue acompañado en esta ocasión por madres de la asociación «Chispas de Esperanza», quienes han perdido a sus hijos y entregaron al pontífice pañuelos blancos como un símbolo de abrazo y recuerdo de sus hijos difuntos. Francisco también se encontró con Stefano, un padre que perdió a su hija Sara durante el embarazo en 2021, en un gesto de acompañamiento a quienes enfrentan el dolor de la pérdida.

Durante la misa, que estuvo marcada por momentos de oración silenciosa, el Papa no pronunció una homilía, pero antes de la bendición final, ofreció una oración especial pidiendo a Dios que “abra los brazos de su misericordia y los reciba en la gloriosa asamblea de la santa Jerusalén”.

Esta fue la segunda visita del Papa Francisco al Jardín de los Ángeles, tras su misa del Día de Todos los Santos en 2018, reafirmando su apoyo a las familias en duelo y destacando la importancia de un espacio dedicado a los niños no nacidos. Como cada año, tras la misa, el pontífice realizó la tradicional bendición de las tumbas.

Este acto se da en el marco de su intención de oración de noviembre, dedicada a quienes han sufrido la pérdida de un hijo, mostrando nuevamente su cercanía y compasión hacia estas familias.