(CATOLIN).- El cardenal Joseph Zen, reconocido defensor de la doctrina católica y la libertad religiosa en China, ha expresado una crítica contundente al reciente Sínodo sobre la Sinodalidad, que concluyó el pasado 27 de octubre. Zen cuestiona el formato y la dirección del Sínodo, argumentando que se aleja de la estructura establecida por el Papa Pablo VI y que la decisión del Papa Francisco de incluir a laicos con derecho a voto ha desvirtuado su naturaleza original como un espacio consultivo de los obispos.

Zen asegura que este Sínodo “no fue una reunión formal de obispos” y que al convertirse en una “reunión de tipo híbrido” se diluyen los objetivos originales de estas asambleas, destinados al intercambio y consulta episcopal. Según el cardenal, esta transformación busca cambiar profundamente aspectos fundamentales de la Iglesia, al incluir debates sobre la jerarquía eclesiástica, el celibato sacerdotal, y la posibilidad de diaconisas, elementos que para Zen son incompatibles con la doctrina histórica de la Iglesia.

El cardenal también señaló su preocupación por la metodología del Sínodo, denunciando la falta de transparencia y cuestionando el formato de las sesiones. “Las reuniones enfatizaban el compartir mientras que la discusión era limitada”, critica Zen, afirmando que la confidencialidad que caracterizó las deliberaciones alejó a los fieles del proceso y dejó a la comunidad sin información sobre las decisiones clave.

Zen destaca su inquietud respecto al futuro doctrinal de la Iglesia, cuestionando si esta descentralización la llevaría hacia la fragmentación. “¿No significa esto que la Iglesia católica se convierte en lo mismo que la Iglesia anglicana?”, plantea el cardenal, en alusión a la recomendación del documento de trabajo del Sínodo de otorgar mayor autonomía doctrinal a las conferencias episcopales, lo cual, a su parecer, podría debilitar la unidad doctrinal de la Iglesia.

Zen concluye su mensaje pidiendo a los fieles orar por la Iglesia en este momento que considera crítico y llama a confiar en la guía del Espíritu Santo ante lo que califica como una encrucijada de gran incertidumbre. “Nuestra Señora, Auxiliadora de los cristianos, Madre de la Iglesia, ¡ruega por nosotros!”, finaliza el cardenal.