(CATOLIN).- El disidente católico Jimmy Lai, de 78 años, fue declarado culpable el 15 de diciembre de múltiples violaciones a la ley de seguridad nacional impuesta por China, en un caso que defensores y familiares describen como un juicio-espectáculo con motivación política. El empresario y editor, anciano y enfermo, se enfrenta ahora a la posibilidad de una cadena perpetua; la sentencia será fijada en fecha posterior, en un sistema donde las condenas en estos casos rozan el 100%.

Las autoridades lo declararon culpable de sedición y de conspiración en connivencia con fuerzas extranjeras. Sus abogados del despacho británico Doughty Street Chambers calificaron el veredicto como “una mancha” para el sistema legal de Hong Kong. La abogada principal, Caoilfhionn Gallagher, denunció un fallo “vengativo y sumamente injusto” y exigió su liberación inmediata e incondicional, advirtiendo que, de no producirse, la comunidad internacional debe exigir responsabilidades a China.

La familia expresó dolor, aunque no sorpresa. Su hijo Sebastien habló de “un día oscuro para cualquiera que crea en la verdad, la libertad y la justicia”, y afirmó que su padre es perseguido por su labor periodística y su compromiso con la democracia. Su hija Claire sostuvo que el veredicto demuestra que las autoridades “siguen temiéndolo” incluso en su estado debilitado, reiteró su inocencia y pidió a Estados Unidos que mantenga la presión para que Lai pueda regresar con su familia y recuperarse en paz.

Convertido al catolicismo en 1997, Lai fue durante décadas una de las voces más francas en defensa de los derechos humanos en Hong Kong. Encabezó un imperio mediático que incluía Apple Daily, tabloide abiertamente prodemocracia en un entorno controlado por el Partido Comunista Chino. Arrestado en 2020, fue acusado bajo la nueva ley de seguridad nacional, considerada ampliamente un instrumento para reforzar el control de Pekín tras las protestas de 2019. Sus defensores sostienen que los cargos son fabricados y que su “delito” ha sido defender la democracia, el Estado de derecho y decir la verdad al poder.

La situación sanitaria de Lai agrava la alarma. Padece diabetes y, en el verano de 2024, se desmayó en el tribunal; posteriormente presentó problemas cardíacos que obligaron a implantarle un monitor. El aislamiento prolongado ha afectado su cuerpo y su ánimo. En los primeros años de prisión, además, se le negó la Santa Comunión y la libre expresión de su fe, privándolo del consuelo del Sacramento. Su hija relató que, tras una caída en prisión en la que no podía levantarse, Lai rezó a la Santísima Virgen y logró ponerse de pie, un testimonio del refugio espiritual que sostiene su resistencia.

El caso ha suscitado amplio respaldo internacional. En 2021 recibió el premio Christifidelis Laici del Desayuno Nacional de Oración Católica de Estados Unidos; en 2022, un título honorario de la Catholic University of America. En 2023 fue nominado al Premio Nobel de la Paz junto con el cardenal Joseph Zen y otros, y ese mismo año obispos y arzobispos de diversos países pidieron su liberación y denunciaron la “crueldad y opresión” sufridas. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, expresó en agosto su intención de hacer “todo” para liberarlo y, en octubre, instó al presidente Xi Jinping a hacerlo.

La condena al veredicto se multiplicó. El 15 de diciembre, la ministra de Asuntos Exteriores del Reino Unido, Yvette Cooper, denunció un “proceso judicial motivado políticamente” y afirmó que Londres seguirá exigiendo la liberación inmediata de Lai, los tratamientos necesarios y acceso pleno a médicos independientes. Los llamamientos han llegado desde Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Australia, Francia, Italia, la Unión Europea, Naciones Unidas, líderes católicos, activistas, directores de medios y antiguos presos de conciencia.

En un llamado previo al fallo, Sebastien Lai expresó su esperanza de que “este sea el último año de persecución” para poder abrazar a su padre en la Navidad de 2026, advirtiendo que “el tiempo se acaba”. La iniciativa “Support Jimmy Lai” estima que ha pasado más de 1.800 días en prisión. En octubre recibió el premio Héroe Mundial de la Libertad de Prensa 2025 del Instituto Internacional de Prensa, y este año la Fundación Bradley lo nombró receptor honorario de su Bradley Prize.