(CATOLIN).- El Papa Francisco autorizó al Dicasterio para las Causas de los Santos a promulgar el decreto que reconoce un milagro atribuido a la intercesión de Mama Antula, allanando el camino para su santificación.

El milagro en cuestión se relaciona con la recuperación asombrosa del Sr. C. P., quien padeció un grave «ictus isquémico con infarto hemorrágico en varias zonas, coma profundo, sepsis, shock séptico resistente y fallo multiorgánico». Después de ser ingresado en estado comatoso en cuidados intensivos con pronóstico desfavorable debido a lesiones cerebrales graves, experimentó una notable mejoría y finalmente recuperó su independencia y vida cotidiana tras meses de fisioterapia. Familiares y amigos del paciente, así como siete personas ajenas a su círculo, oraron por la intercesión de Mama Antula.

María Antonia de Paz y Figueroa, conocida como Mama Antula, nació en 1730 en Santiago del Estero, Argentina. De una familia ilustre, optó por la vida religiosa a los 15 años, tomando el nombre de María Antonia de San José. Desde una edad temprana, trabajó estrechamente con los misioneros de la Compañía de Jesús en el noreste argentino, organizando ejercicios espirituales y reuniendo a jóvenes para actividades caritativas y colaborativas con los jesuitas.

La influencia de Mama Antula se extendió más allá de Argentina, y en su carta de 1788, el Virrey Ambrosio Funes señaló que había ofrecido ejercicios espirituales a setenta mil personas en ocho años. Durante su vida, estableció la Casa de ejercicios espirituales en Buenos Aires, que continúa operando bajo el cuidado de la congregación Hijas del Divino Salvador.

La beata Mama Antula falleció el 7 de marzo de 1799 en la misma casa que había fundado en Buenos Aires, y sus restos son venerados en la Iglesia de Nuestra Señora de la Piedad.

La causa de su canonización se elevó al Vaticano en 1905 y sigue siendo relevante tanto en la historia como en la Iglesia, ya que contribuyó a fortalecer los valores morales y cristianos en Hispanoamérica.

Además de su labor en América, Mama Antula tuvo un impacto misionero en Europa, ya que sus cartas se tradujeron a varios idiomas, incluyendo francés, inglés, alemán y ruso, para su difusión en comunidades religiosas.