Compartir

El Vaticano reconoce diócesis impuesta por Pekín y suprime sedes erigidas por Pío XII

– Roma valida la estructura territorial diseñada por el Partido Comunista Chino y deja sin efecto a Xiwanzi y Xuanhua, bastiones históricos de la fe católica.

vaticano china

Imagen referencial

(CATOLIN).- La Santa Sede ha tomado una decisión inédita en la historia de la Iglesia en China: la supresión de las diócesis de Xiwanzi y Xuanhua, erigidas en 1946 por Pío XII, y el reconocimiento oficial de la diócesis de Zhangjiakou, creada unilateralmente por el régimen comunista en 1980. Al frente de esta nueva circunscripción quedará el sacerdote Wang Zenghui, figura vinculada a la “Iglesia oficial” dependiente de la Asociación Patriótica Católica China.

Las diócesis de Xiwanzi y Xuanhua fueron durante más de un siglo referentes del catolicismo en el norte de China y centros misioneros hacia Mongolia. Apenas unos meses después de su erección canónica por Pío XII, la comunidad local sufrió la masacre de Xiwanzi: sacerdotes ejecutados, fieles encarcelados y propiedades confiscadas. La persecución se intensificó bajo el régimen comunista, que encarceló a obispos y sacerdotes fieles a Roma, como Melchior Zhang Kexing y Andrew Hao Jinli. Durante la Revolución Cultural, los templos fueron destruidos y el culto reducido a la clandestinidad.

En 1980, el gobierno comunista impuso su propia reorganización del mapa eclesiástico al fusionar ambas diócesis en Zhangjiakou, una sede nunca reconocida por la Santa Sede. Desde entonces, la región ha vivido bajo la tensión entre la Iglesia clandestina, fiel al Papa, y la Iglesia oficial, sometida al Partido. Prelados como Augustine Cui Tai pasaron años en arresto domiciliario y múltiples detenciones por mantenerse en comunión con Roma.

El reconocimiento de Zhangjiakou por parte de la Santa Sede valida ahora la estructura territorial impuesta hace más de cuatro décadas y elimina jurídicamente las diócesis creadas por Pío XII. Con ello, se desdibuja la memoria del sufrimiento de las comunidades que resistieron a la persecución, consolidando el poder de la Iglesia oficial bajo control del régimen.

La medida representa un giro histórico: Roma no solo acepta la autoridad de un obispo vinculado al Partido Comunista, sino que también asume la cartografía eclesial diseñada por Pekín, relegando al olvido el testimonio de fidelidad y martirio de los católicos de Hebei.

Etiqueta


Compartir

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *