(CATOLIN).- En un reciente artículo que cuestiona las creencias previamente arraigadas sobre el desarrollo fetal, se ha resaltado la controversia en torno a la capacidad de los fetos para sentir dolor y el momento en que comienza este proceso en el útero.

A medida que avanza la ciencia y la investigación médica, se está reconsiderando la noción de que los fetos no sienten dolor hasta el final de la gestación, después de las 24 semanas y solo con el desarrollo del córtex, la capa más externa y pensante del cerebro.

El artículo en cuestión, titulado «Reconsidering fetal pain» (Reconsiderando el dolor fetal), escrito por los respetados profesionales médicos Stuart Derbyshire y John C. Bockmann, ofrece una revisión imparcial de la literatura científica relacionada con el dolor fetal.

Los autores llegan a la conclusión de que es plausible que los fetos puedan experimentar dolor a partir de las 12 semanas, y definitivamente después de las 18 semanas de gestación. Además, señalan que el dolor fetal podría ser experimentado sin la necesidad de la presencia del córtex, en contraste con las creencias previas.

Los autores explican en una entrada de blog en el sitio web del Journal of Medical Ethics que su decisión de abordar este tema se basó en recientes hallazgos científicos, y a pesar de tener opiniones divergentes sobre el aborto.

Uno de los autores considera el aborto como una necesidad ética para la autonomía de las mujeres, mientras que el otro lo ve como éticamente incompatible con la buena práctica médica. Sin embargo, ambos coinciden en que los puntos de vista sobre el aborto no deben influir en el debate sobre la posibilidad del dolor fetal y que los hallazgos científicos y las discusiones filosóficas sobre la naturaleza del dolor deben evaluarse independientemente de las opiniones sobre los derechos y errores del aborto.

El artículo también aborda la posibilidad de que la experiencia del dolor, incluso sin la capacidad de autorreflexión, sea moralmente significativa. La comunidad médica en neonatología, respaldada por una preponderancia de pruebas científicas y una amplia experiencia clínica, está llegando a un consenso en la existencia del dolor fetal.