(CATOLIN).– Según medios austríacos y religiosos, el Vaticano se inclina de forma casi definitiva por designar a Josef Grünwidl como nuevo arzobispo de Viena, en sustitución del cardenal Christoph Schönborn. El anuncio oficial podría realizarse en noviembre, tras haber recibido ya el visto bueno del Consejo de Ministros de Austria.

Grünwidl, actual administrador apostólico de Viena, había rechazado inicialmente el nombramiento alegando no contar con un doctorado en teología, pero Roma le recordó su deber de obediencia, logrando que aceptara. El nuncio apostólico en Austria, Mons. Pedro López Quintana, ya ha enviado el nombre del elegido al Ministerio de Exteriores, conforme al concordato entre la Santa Sede y Austria. Aunque el gobierno federal tiene poder de veto, nunca lo ha ejercido, por lo que se espera que el nombramiento sea confirmado oficialmente en los próximos días.

Declaraciones controvertidas

En entrevistas concedidas a la emisora pública Ö1 y al diario Die Presse, Grünwidl afirmó que “el celibato no debería ser condición para el sacerdocio” y respaldó abiertamente la idea de que las mujeres puedan acceder al diaconado. Además, expresó su apoyo a que las mujeres tengan responsabilidades dentro del Colegio Cardenalicio, un órgano reservado por tradición y doctrina exclusivamente a varones.

«La época de la Iglesia del pueblo ha terminado», dijo en Ö1, lamentando que hoy la fe rara vez se transmita de padres a hijos. Para muchos sectores eclesiales, estas afirmaciones suponen un cuestionamiento directo a dos pilares tradicionales de la Iglesia Católica latina: el celibato sacerdotal como signo de entrega radical a Cristo y la naturaleza masculina del sacerdocio.

Continuidad con la línea Schönborn

Grünwidl es considerado un hombre cercano a Schönborn: fue su secretario particular entre 1993 y 1998, y presidió el consejo de presbíteros entre 2016 y 2023. Su perfil es visto como una continuación de la línea progresista del cardenal, caracterizada por gestos de apertura en temas morales y disciplinares.

Su enfoque de “adaptar la Iglesia a la sociedad austríaca” —marcada por el secularismo y el abandono masivo de fieles— genera inquietud entre sectores fieles a la tradición, que ven en esta estrategia un riesgo de diluir la identidad católica.