(CATOLIN).– Mientras portavoces vaticanos aseguran que Doctrina de la Fe avanza en la investigación de Marko Rupnik, en una rueda de prensa en Roma, dos exconsagradas de la Comunidad de Loyola, testificaron la violencia sexual y psicológica perpetrada por el sacerdote y artista esloveno a principios de los años 1990.

De acuerdo con las declaraciones, las dos mujeres contaron en detalle cómo sufrieron a manos de Marko Rupnik. Asimismo, solicitaron que se actúe contra los abusos de poder del clero.

“Dijo que yo no crecería espiritualmente si no satisfacía sus necesidades sexuales”, confesó Gloria Branciani, miembro de la comunidad que dirigía en Liubliana hasta su partida en 1994.

Entre sus métodos, Rupnik invocó a la Trinidad para obligar a las monjas a tener relaciones sexuales a tres bandas con él, denunció una influencia “moral, espiritual y psicológica”.

“El caso Rupnik demuestra que poco ha cambiado” desde que el Papa declarara su política de ‘tolerancia cero’ contra los abusos, lamentó Anne Barrett Doyle, pidiendo una investigación independiente y transparente.

Pese a la probable prescripción de los hechos, la señora Laura Sgrò, abogada de las víctimas, indicó que estaba “estudiando las posibilidades de recurso” ante los tribunales.

Por su parte, la Oficina de Prensa de la Santa Sede asegura que “en los últimos meses, tras el encargo recibido del Papa a finales de octubre, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe se ha puesto en contacto con las instituciones implicadas con diversas capacidades en la materia para recibir toda la información disponible información relativa al caso”.

“Después de haber ampliado el alcance de la investigación a entidades no contactadas previamente y haber recibido los elementos finales como respuesta, ahora será cuestión de estudiar la documentación adquirida para identificar qué procedimientos serán posibles y útiles de implementar”, señala la Oficina del Vaticano.

Marko Rupnik, ex jesuita está acusado de haber cometido violencia sexual y psicológica contra al menos veinte mujeres durante casi 30 años, particularmente dentro de la comunidad que dirigía en Liubliana, ahora disuelta.