(CATOLIN).- En un gesto inesperado y profundamente humano, el Papa León XIV visitó el pasado lunes 4 de agosto a Ignacio Gonzálvez, un joven español de 15 años que fue hospitalizado de urgencia en el hospital pediátrico Bambino Gesù de Roma, tras sufrir un colapso durante las celebraciones del Jubileo. El diagnóstico: un linfoma que afecta sus vías respiratorias.

El Pontífice ya se había referido públicamente a Ignacio durante la vigilia jubilar del sábado en Tor Vergata, donde pidió a los miles de jóvenes presentes que rezaran por él:
“Quisiera pedir sus oraciones por otro amigo, un joven español, Ignacio Gonzálvez, que ha sido ingresado en el Hospital Bambino Gesù. Recemos por él, por su salud”, dijo visiblemente conmovido.

Sin previo aviso, el Papa se presentó días después en la unidad de cuidados intensivos donde se encontraba Ignacio. Según relató Vatican News, ingresó en silencio mientras la familia rezaba a los pies de la cama del joven. Fue necesario que un sacerdote acompañante les diera un “codazo” para que notaran la presencia del Pontífice, que ya había cruzado el umbral de la habitación.

Durante la visita, que duró cerca de media hora, León XIV oró junto a la familia y compartió palabras de consuelo y esperanza. “Estamos hechos para el cielo”, les dijo. La hermana de Ignacio, Adela, de 17 años, describió al Papa como “un hombre sencillo”, y confesó que entró a la habitación llorando y salió riendo. “Fue un momento de gracia”, afirmó.

Pedro Pablo, padre del joven, compartió que las palabras del Papa les dieron fuerza para afrontar el dolor. “Nos dijo que lo importante es hacer la voluntad de Dios, que nuestro verdadero lugar es la vida eterna en el cielo. Eso nos reconfortó profundamente”, relató.

La madre, Carmen Gloria, emocionada, compartió el impacto de la visita: “Me dijo que si Ignacio había llegado hasta Roma, él podía llegar al hospital a verlo. Fueron palabras sencillas, pero llenas de cariño”. Añadió que, para ella, la presencia del Papa fue como sentir a Jesucristo diciéndole: “No estás sola”.

La familia de Ignacio, que viajó desde España apenas supo del ingreso del joven, expresó su gratitud no solo por el gesto del Papa, sino también por las numerosas oraciones que han recibido. “Es obra del Espíritu Santo. No somos nada, una familia como muchas otras… Y ver a tanta gente rezando, a tanta gente interesada, y que el propio Papa haya venido, es un gran consuelo. Sabemos que Dios está con nosotros”, expresó Carmen Gloria.

Su hermano Pedro Pablo concluyó destacando la empatía del Santo Padre: “Nos escuchó en todo momento, se preocupó de verdad. Me transmitió la sensación de alguien que realmente comprendía la situación y el dolor que estamos viviendo”.