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El Papa León XIV llama a “trazar nuevos mapas de esperanza” en la educación cristiana

– Con motivo del 60.º aniversario de Gravissimum educationis, el Pontífice firmó la Carta Apostólica Disegnare nuove mappe di speranza y exhortó a las universidades católicas a integrar fe, razón y vida ante los desafíos culturales y digitales.

El Papa Leon XIV llama a trazar nuevos mapas de esperanza en la educacion cristiana

Papa León XIV

Por: CATOLIN

(CATOLIN).– El papa León XIV publicó este martes 28 de octubre de 2025 la Carta Apostólica Disegnare nuove mappe di speranza (“Trazando nuevos mapas de esperanza”), en el marco del 60.º aniversario de la Declaración conciliar Gravissimum educationis, promulgada durante el Concilio Vaticano II el 28 de octubre de 1965. El documento reflexiona sobre la misión educativa de la Iglesia y la necesidad de renovar la esperanza ante los retos culturales, digitales y sociales del presente.

La firma del texto tuvo lugar la tarde del 27 de octubre, durante la Misa con estudiantes de las Universidades Pontificias celebrada en la Basílica de San Pedro. Bajo la mirada de la Virgen María, el Papa inauguró el Jubileo de la Educación y pidió que el estudio y la investigación permitan “una mirada de conjunto, capaz de hablar, relatar, explorar y proclamar las razones de la esperanza que nos habita”.

En su homilía, el Pontífice advirtió contra la “atrofia espiritual” que se produce cuando el ser humano “es incapaz de ver más allá de sí mismo, de sus ideas y convicciones”, e invitó a los estudiantes y docentes a cultivar una espiritualidad que venza la pereza intelectual. Recordó que el trabajo académico no debe separarse de la vida, siguiendo el ejemplo de santos como Agustín, Tomás de Aquino, Teresa de Ávila y Edith Stein, quienes “supieron integrar la investigación en su camino espiritual”.

La Carta Apostólica profundiza en la dimensión comunitaria de la educación cristiana, que León XIV describe como “la trama misma de la evangelización”. Señala que nadie educa solo, pues la formación es fruto del trabajo conjunto entre familias, docentes, instituciones y comunidades. En este contexto, el Papa declara a san Juan Enrique Newman co-patrono de la misión educativa de la Iglesia junto a santo Tomás de Aquino, destacando que “la verdad religiosa no es solo una parte, sino una condición del conocimiento general”.

El documento repasa la historia de la educación cristiana desde sus raíces monásticas y patrísticas, mencionando figuras como san Agustín, san José de Calasanz, san Juan Bosco o María Montessori, y subraya que la pedagogía cristiana “no ha sido nunca una teoría desencarnada, sino carne, pasión e historia”.

León XIV reafirma el derecho universal a la educación y la prioridad de la familia como primera escuela de humanidad. Rechaza una visión meramente técnica o utilitarista de la enseñanza, afirmando que “una persona no es un perfil de competencias, sino un rostro, una historia y una vocación”. Por ello, exhorta a los docentes a unir ciencia y humanismo, profesionalidad y ética, y a formarse de manera sólida y continua.

En otro apartado, el Papa retoma el principio de subsidiariedad, alentando la cooperación entre instituciones eclesiales y el diálogo con el Estado y la sociedad. Además, propone un enfoque ecológico y cultural de la educación, inspirado en san Buenaventura, invitando a leer la creación como “un libro escrito por Dios” y a educar en la responsabilidad ambiental y social.

Frente al desafío digital, el Pontífice advierte que ninguna tecnología podrá sustituir la dimensión humana del aprendizaje: “La poesía, la ironía, el arte y la alegría del descubrimiento son insustituibles”. Llama a las escuelas y universidades católicas a ejercer una “diaconía de la cultura” que oriente el uso ético de las nuevas tecnologías al servicio de la dignidad humana y el bien común.

En la parte final, León XIV vincula su mensaje con el Pacto Educativo Global impulsado por Francisco, al que denomina “la estrella polar del camino educativo”. Añade tres prioridades para el tiempo presente: la vida interior, el uso humanizado del mundo digital y la educación para la paz.

El documento concluye con una invitación a mirar el futuro con esperanza y creatividad, afirmando que la educación católica no debe ser “un refugio nostálgico”, sino “un laboratorio de innovación pedagógica y testimonio profético”.

Finalmente, el Papa exhorta a educadores, familias y estudiantes:
«Sed servidores del mundo educativo, coreógrafos de la esperanza y buscadores incansables de sabiduría».



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