(CATOLIN). – En la Iglesia Católica, junio es reconocido como el mes del Sagrado Corazón de Jesús, una devoción profunda que invita a los fieles a contemplar el amor fiel, incondicional y misericordioso de Cristo hacia la humanidad. Esta práctica no es reciente, pues se remonta a los primeros cristianos que meditaban en el costado y el corazón abierto de Jesús en la cruz.

Sin embargo, esta devoción tomó nueva fuerza el 16 de junio de 1675, cuando Jesús se apareció en Francia a Santa Margarita María de Alacoque, religiosa de la Orden de la Visitación de Santa María. En esa visión, el Señor le mostró su Corazón envuelto en llamas de amor, coronado de espinas, con una herida abierta que derramaba sangre y del cual salía una cruz.

Jesús le expresó entonces: “He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres, y en cambio, de la mayor parte de los hombres recibo ingratitud, irreverencia y desprecio.” Este mensaje marcó el inicio de una renovación espiritual centrada en el amor redentor de Cristo.

El Papa Benedicto XVI también reflexionó sobre esta devoción, afirmando: “Al ver el Corazón del Señor, debemos mirar el costado traspasado por la lanza, donde resplandece la inagotable voluntad de salvación por parte de Dios.” Subrayó además que “no puede considerarse culto pasajero o de devoción: la adoración del amor de Dios, que ha encontrado en el símbolo del ‘corazón traspasado’ su expresión histórico-devocional, sigue siendo imprescindible para una relación viva con Dios.”

Por ello, durante este mes, los católicos están llamados a responder al amor del Sagrado Corazón con obras concretas: actos de caridad, oración, reparación y una renovada vida eucarística. De este modo, se honra el Corazón de Jesús, que late por cada ser humano y permanece presente en la Eucaristía como guía hacia la vida eterna.