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Firmeza en la Fe: permaneciendo más allá de los buenos y no tan buenos ejemplos

Pluma de Fe: Testigo auténtico de la verdad

FIRMEZA EN LA FE

Imagen referencial. Foto por: Pixabay / CATOLIN

(CATOLIN).– Recientemente, mientras escuchaba la prédica del sacerdote colombiano Fray Nelson Medina “La gracia de Dios”, anoté una frase que considero relevante y que deberíamos tener presente todos nosotros como hijos de Dios.

La frase que pronunció en relación con el Evangelio del día fue la siguiente: «Debemos dar un buen ejemplo, pero no depender del ejemplo de los demás».

«Debemos dar un buen ejemplo, pero no depender del ejemplo de los demás».

En el Evangelio, Jesús puso como ejemplo para sus discípulos lo que los fariseos y los escribas predicaban y decían. A pesar de que todo lo que decían era cierto, sus vidas y acciones no concordaban en absoluto con sus palabras. En este sentido, podríamos decir que el Señor los instaba a seguir su predicación, pero con la consigna de bajarlo a la práctica… a la vida.

Considerado lo anterior quiero que reflexionemos -principalmente para los que somos parte de un equipo formativo, para los que predicamos en redes sociales- lo siguiente ¿Cuántas ocasiones -desafortunada e increíblemente- hemos dicho cosas verdaderas del Señor hacia otros hermanos, hemos incluso hasta publicado cosas de Dios en nuestras redes sociales y con nuestro testimonio y a veces hasta con otras publicaciones decimos y damos por hecho otra cosa?

No te alarmes, porque a más de uno de nosotros le ha sucedido. Esto suele ocurrir porque es fácil hablar sobre Dios, mencionar el Señorío de Jesús y relatar cómo actuó Cristo en momentos de prueba, persecución y burla. Pero resulta difícil vivirlo, ya que cuando enfrentamos pruebas, enfermedades, la vejez, la incomprensión o vemos que aquellos que una vez llamamos amigos nos abandonan o empezamos a ver que un “meme” tiene más interacciones que una publicación relacionada con Dios, a menudo no actuamos como Jesús lo haría. En cambio, nos quejamos, criticamos, mostramos inconformidad y hablamos mal de quienes nos han herido. Dejamos de compartir publicaciones sobre Él y las reemplazamos con más memes u otros asuntos triviales. Todas estas situaciones, lo único a lo que nos orillan es a no dar buen ejemplo.

Esta misma situación se repite cuando estamos en el otro lado, siendo espectadores y participantes de la predicación, y notamos que el predicador dice una cosa y hace otra. Por eso, es importante no idealizar a nadie, ponerlo en un pedestal, sin importar cuán bueno sea hablando de Dios y enseñando su Palabra.

No debemos permitir que la incoherencia de otros determine nuestra permanencia en la Iglesia

Todos debemos reconocer que somos pecadores y cometemos errores, que somos frágiles y que, en ocasiones, nuestras acciones no concuerdan con nuestras palabras. Sin embargo, no debemos permitir que la incoherencia de otros determine nuestra permanencia en la Iglesia. A pesar de la presencia de fariseos, incluso si nosotros mismos lo somos, debemos esforzarnos por fortalecer nuestro testimonio y mantenernos firmes en la fe y en la Iglesia.

La verdad es que podemos encontrar defectos en muchos, incluso en nosotros mismos, pero no debemos depender de eso. Si hemos tenido un verdadero encuentro con el Señor, perseveraremos hasta el final y no nos desanimaremos.

Seguramente en nuestro peregrinaje hemos enfrentado situaciones que nos han decepcionado y en las que hemos decepcionado a otros. Pero debemos aprender de estas experiencias para ser cada vez más humildes, coherentes y comprometidos.

Tomar en serio la conversión implica someternos a un período de purificación para ordenar nuestro corazón, fortalecer los fundamentos y lograr un cambio real en nuestra vida, de manera que podamos dar un buen ejemplo sin depender del ejemplo de los demás.

Recordemos que simplemente formar parte de un grupo, un equipo o la Iglesia misma, y ser formadores que enseñan la Palabra de Dios, no nos hace dignos de canonización; debemos testimoniarlo y buscar la santidad. Los testimonios de santos y mártires nos recuerdan que, para ser testigos auténticos de la verdad, debemos predicarla tanto con nuestras palabras como con nuestro ejemplo.

¡Sí, es posible ser cristiano y dar un buen ejemplo en todo momento! Que Dios te bendiga.

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