(CATOLIN).- En su homilía dominical pronunciada el 27 de agosto, el Arzobispo de Xalapa, Jorge Carlos Patrón Wong, habló sobre la importancia del perdón y la relación con los demás. Destacó la necesidad de perdonar incluso cuando alguien comete una ofensa personal, desafiando las convenciones culturales y humanas.

El mensaje central de la homilía se basó en el evangelio de San Mateo, donde Jesús enseña cómo relacionarnos con aquellos que cometen errores, pecados o equivocaciones. El Arzobispo enfatizó la idea de que todos somos corresponsables y que no se puede ser indiferente ante las faltas de los demás. Instó a los fieles a acercarse a aquellos que han cometido errores, ofrecer palabras de corrección y aliento, y orar por ellos:

«San Mateo nos coloca en una situación aún más difícil porque no es cuando el hermano comete un error o un pecado sino cuando el hermano comete un error contra mí, una ofensa contra mí, un pecado contra mí.»

Patrón Wong citó el Libro del Eclesiástico, que presenta dos caminos posibles: el camino del odio, el rencor y la venganza, o el camino del perdón:

«Porque es algo que continúa viviendo ese hoy que hay dos caminos, uno que es el camino de continuar en el odio, en el rencor y en la venganza, y el otro es el camino del perdón.»

El Arzobispo destacó que, a pesar de las recomendaciones de perdón, en la realidad actual, muchos gestos de odio y venganza se han vuelto públicos, incluso en figuras públicas y en las redes sociales:

«Nos damos cuenta que perdonar solos no podemos, perdonar solo con nuestras fuerzas como un acto de voluntad con un acto como de buenismo de nuestro corazón no podemos.»

Uno de los momentos clave de la homilía fue cuando el arzobispo recordó la respuesta de Jesús a Pedro en el evangelio: «No setenta veces siete, sino siempre». Patrón Wong explicó que el perdón profundo solo puede lograrse desde la experiencia del Reino de Dios y la vida de Dios, y que va más allá de un simple acto de voluntad humana.

Patrón Wong alentó a los fieles a experimentar y recordar la riqueza de la misericordia y el perdón de Dios en sus propias vidas:

«Hagamos esta semana un ejercicio, perdona, abraza, reconcíliate, pero no por ti no por tus fuerzas, no por tu voluntad sino porque experimentas que Dios ha sido rico riquísimo en benevolencia en perdón y misericordia.»